¡Hola, viajeros! Hoy nos adentramos en el vibrante umbral de Bari, un lugar donde el pasado y el presente se encuentran con el mar.
La Piazza del Ferrarese no es solo una plaza, es una puerta de entrada palpitante a la Bari más auténtica. Al pisarla, te envuelve de inmediato la brisa salada que llega del cercano Lungomare, mezclándose con el murmullo de las conversaciones y el tintineo lejano de los vasos de los bares. Aquí, la luz del sol baña la piedra caliza que resplandece, guiando tu mirada hacia el antiguo puerto, donde las pequeñas barcas de pescadores aún mecen sus sueños. Es un lienzo vivo donde la vida cotidiana se despliega con el telón de fondo del Adriático, un espacio que respira historia sin renunciar a su pulso moderno.
Lo que realmente me cautivó la primera vez que estuve aquí fue la sutil pero impactante presencia de la historia bajo mis pies. En el centro de la plaza, bajo una sección de cristal, se pueden ver los restos originales de la Vía Appia Traiana, una calzada romana ancestral. Recuerdo haber parado, fascinada, viendo a la gente pasear despreocupadamente sobre siglos de historia. Niños corriendo, parejas riendo, mientras justo debajo de ellos se extendía una prueba tangible de la antigua Roma. Este detalle, tan discretamente exhibido, es un recordatorio constante de que Bari es una ciudad construida sobre capas de civilizaciones, y la Piazza del Ferrarese te permite caminar literalmente sobre ellas, conectando tu presente con un pasado milenario de una forma que ningún museo podría igualar. La plaza no solo es un punto de encuentro social, es un testimonio vivo de la resiliencia y continuidad de la ciudad.
Desde aquí, las callejuelas de Bari Vecchia te invitan a perderte, y al caer la tarde, la plaza se ilumina, transformándose en un punto de encuentro animado, donde locales y visitantes comparten risas y aperitivos bajo un cielo estrellado.
¡Hasta la próxima aventura!