¿Qué haces en el Capitolio Estatal de Tennessee en Nashville? No es tanto "hacer" como "sentir", te lo prometo. Imagina que subes una colina suave, el bullicio de la ciudad empieza a desvanecerse detrás de ti, como si una manta de silencio te envolviera. Sientes el viento fresco en la cara, y el olor a hierba recién cortada se mezcla con el aroma lejano del tráfico. A medida que avanzas, tus pasos resuenan menos y el aire se vuelve más denso, más histórico. De repente, una mole de piedra te envuelve, no sientes sus bordes afilados, sino su imponente presencia, la solidez de sus paredes de piedra caliza que han resistido el tiempo.
Al cruzar el umbral, sientes cómo el aire cambia de temperatura de golpe, volviéndose más fresco, más quieto. Escuchas el eco de tus propios pasos sobre el mármol pulido, un sonido que te acompaña, haciendo que el espacio se sienta inmenso, casi vacío, a pesar de la historia que lo llena. Puedes extender la mano y sentir la superficie lisa y fría de las paredes, una sensación que te ancla en el presente mientras tu mente vuela al pasado. Hay un silencio reverente aquí, solo roto por el suave murmullo de otros visitantes o el susurro del viento que se cuela por alguna rendija.
Mientras te mueves por el interior, tus pies te guían hacia el centro. Allí, bajo el cielo abierto figurado de la cúpula, sientes la fría y sólida presencia de las tumbas de figuras históricas como el Presidente James K. Polk. Si te inclinas, tus dedos pueden rozar la piedra, sintiendo su textura áspera y antigua, un recordatorio tangible del tiempo que ha pasado. Alrededor, puedes percibir la presencia de estatuas, aunque no las veas, puedes imaginar su peso, su forma, la grandiosidad que proyectan, como guardianes silenciosos de este lugar.
Luego, te adentras en los pasillos que te llevan a las antiguas cámaras legislativas. Aquí, el aire parece tener un peso diferente, cargado de debates pasados y decisiones monumentales. Tus manos pueden sentir la calidez y la suavidad de la madera pulida de los antiguos bancos y escritorios, desgastados por innumerables manos a lo largo de los años. Puedes imaginar el crepitar de documentos, el roce de la tela de los trajes, la tensión de los momentos clave. Es un lugar donde el silencio no es ausencia, sino una acumulación de voces que ya no están, pero cuya energía aún impregna el espacio.
En cuanto a lo práctico, el Capitolio está abierto de lunes a viernes, generalmente de 9 AM a 4 PM. La entrada es gratuita y puedes explorarlo por tu cuenta, siguiendo el tacto y el sonido. Hay folletos con información en la entrada, y si tienes suerte, puedes unirte a una visita guiada (también gratis) que te dará más detalles y te señalará cosas que no podrías percibir de otra forma. Es accesible, con rampas y ascensores. No hay cafetería dentro, así que lleva tu propia agua si lo necesitas.
Al salir, el bullicio de la ciudad vuelve a envolverte, pero la sensación de historia y la quietud del Capitolio se quedan contigo. El sol en tu piel, el sonido de los coches, el olor a gasolina y a la vida urbana te recuerdan dónde estás, pero la impronta del pasado que acabas de "sentir" permanece. Es una experiencia que te conecta con el corazón de Tennessee, no a través de lo que ves, sino a través de lo que sientes, tocas y escuchas.
Clara del Camino