¡Hola, amigos! Acabo de regresar de Yellowstone y tengo que contarles sobre Black Sand Basin. Es un rincón que me dejó pensando y sintiendo un montón de cosas.
Imagina que te adentras en un lugar donde el aire es denso, cálido y tiene un olor muy particular, como a azufre, pero no desagradable, sino como el aliento de la tierra misma. Al caminar, sientes la madera del sendero bajo tus pies, un poco áspera, un poco rugosa. Escuchas un silbido constante, como miles de teteras hirviendo a lo lejos, y el burbujeo de algo vivo y primordial bajo la superficie. De repente, el calor de los vapores te envuelve, una niebla tibia que te roza la cara y el cuello, como un abrazo invisible. Es una sensación casi prehistórica, como si estuvieras pisando el planeta cuando apenas estaba formándose. Ves (o, mejor dicho, percibes) el vapor danzando, difuminando los contornos, creando un mundo de sombras y luces suaves.
Luego, te acercas a las pozas. No puedes tocarlas, claro, pero la vista es impactante. Hay una que me sorprendió muchísimo, Emerald Pool. Su nombre no le hace justicia del todo. Es un verde tan profundo, tan intenso, que parece hecho de joyas líquidas, pero con un borde oxidado, anaranjado y rojizo, como si el metal se estuviera disolviendo en el agua. La superficie es casi plana, inmóvil, pero sabes que debajo hay una actividad frenética. El contraste con la arena negra que da nombre al lugar es alucinante; es como si la tierra hubiera vomitado colores vibrantes sobre un lienzo oscuro. Te quedas ahí, sintiendo el calor que irradia, escuchando ese murmullo constante del agua caliente. Es una belleza extraña, casi alienígena, que te hace sentir pequeño y asombrado.
Ahora, lo que no me convenció del todo, y esto es algo recurrente en Yellowstone, son las pasarelas. Entiendo la necesidad de proteger el terreno y a los visitantes, pero a veces te sientes un poco encapsulado, como si la naturaleza fuera una exhibición y no algo en lo que te puedes sumergir por completo. Además, la afluencia de gente puede restar un poco a la magia. Hubo momentos en los que el murmullo de las voces y el clic de las cámaras ahogaban los sonidos naturales del lugar, y eso me dio un poco de pena. Me sorprendió lo rápido que la gente pasaba de largo sin detenerse a *sentir* realmente el lugar. Es una pena no conectar más allá de la foto.
Mi consejo, si vas, es que lo hagas a primera hora de la mañana o al final de la tarde. Así evitas las masas y puedes escuchar mejor el pulso de la tierra. Lleva agua, aunque sea un paseo corto, el calor del vapor deshidrata. Y una cosa importantísima: ¡usa protector solar! Aunque esté nublado por el vapor, los rayos UV son traicioneros. No necesitas mucho tiempo aquí, con unos 30-45 minutos es suficiente para absorberlo todo sin prisas. No hay servicios, así que ve preparado. Es un buen lugar para una parada rápida entre otras atracciones, como Old Faithful, que está cerca.
En resumen, Black Sand Basin es una parada obligatoria para sentir la energía geotérmica de Yellowstone de una forma muy vívida y concentrada. Es un recordatorio de lo vivo que está nuestro planeta y de la belleza que puede surgir de lo más inhóspito. Te deja con una sensación de respeto y asombro por la fuerza de la naturaleza.
¡Hasta la próxima aventura!
Clara del Camino