¡Hola, trotamundos! Hoy te llevo a un lugar que, aunque se llama "observatorio", se vive con el cuerpo entero: el Parque Marino del Observatorio Submarino en Eilat. Olvídate de solo mirar; aquí vas a sentir el pulso del Mar Rojo. ¿Cómo te guiaría si estuviéramos allí, hombro con hombro? Pues así…
Al llegar, la primera cosa que te envuelve es el calor de Eilat. Sientes el sol en la piel, un calor seco que te recuerda que estás en el desierto, pero luego… un soplo de aire marino. Escuchas el murmullo de voces, el chapoteo lejano del agua. Caminas por senderos amplios, bajo el cielo azul intenso, y la brisa te trae un aroma salino, fresco. No te apresures; aquí hay varias piscinas al aire libre. Imagina el agua rozando tus dedos si te acercas a los bordes, sintiendo la temperatura. Escucha el leve roce del agua contra las rocas. En la piscina de las tortugas, a veces, si tienes suerte y el día es tranquilo, puedes escuchar un suave soplido cuando suben a la superficie a respirar, o el roce de sus caparazones al moverse. Tómate tu tiempo aquí, es la bienvenida del mar.
Luego, te adentras en el edificio principal, y la temperatura cambia. Un frescor agradable te envuelve, un alivio del sol exterior. Aquí, el sonido ambiente se transforma: el murmullo de las conversaciones se suaviza, y un zumbido constante y bajo te indica que estás rodeado de vida acuática. No necesitas ver para sentir la inmensidad de los acuarios. Pon tu mano en el cristal de los tanques más grandes; aunque no sientas el agua, sentirás una vibración sutil, una resonancia que te conecta con el movimiento constante del agua y de los peces dentro. Puedes moverte despacio, siguiendo el flujo de la gente, y detenerte donde sientas una mayor "presencia". A veces, un pez grande pasa cerca y casi puedes sentir la corriente que desplaza al acercarse al cristal. Es un ballet silencioso, un pulso vital que te rodea.
Ahora, salimos de nuevo a otro espacio abierto, donde te espera la experiencia de los tiburones y las rayas. Aquí, el sonido del agua es más potente, más profundo, como si hubiera más volumen. Puedes escuchar el chapoteo ocasional de una aleta grande golpeando la superficie, o el suave deslizamiento del agua mientras estas criaturas poderosas se mueven. No hay barreras sonoras que te separen de ellos, solo el aire entre tú y su mundo. Si estás cerca de la hora de alimentación, el ambiente se electriza; el personal puede hablar en voz alta, y luego oyes el gran chapoteo cuando la comida golpea el agua y los tiburones se abalanzan. Es un momento intenso, donde sientes la fuerza bruta y la velocidad de estos depredadores. Es un recordatorio de la naturaleza salvaje, incluso en un entorno controlado.
Y para el gran final, lo mejor de todo: la torre submarina. Este es el clímax. Entras en una estructura que se extiende mar adentro, y luego empiezas a descender. Sientes cómo el aire se vuelve más denso, más fresco, como si te estuvieras sumergiendo lentamente. El sonido ambiente cambia drásticamente: el murmullo humano casi desaparece, y lo que te rodea es un silencio profundo, roto solo por el suave y constante sonido del agua que te envuelve por completo. No hay luz solar directa; la luz es difusa, suave, como si estuvieras en un crepúsculo eterno bajo el mar. Sientes la ligera inclinación del suelo, las paredes que te abrazan. Imagina que estás respirando agua, que la presión del mar te rodea por todos lados. Si te acercas a las ventanas, aunque no veas, puedes sentir una corriente fría que emana del cristal, la temperatura del mar. Puedes oír el sonido distante de una burbuja, el roce de un pez contra la torre, la inmensidad del océano respirando a tu alrededor. Permanece aquí el tiempo que necesites; es el lugar donde el tiempo se detiene.
Para que tu visita sea perfecta, te doy unos consejos rápidos: Llega temprano, justo cuando abren, para evitar las multitudes y poder sentir la calma del lugar antes de que se llene. No te preocupes por la comida; hay un par de cafeterías con opciones sencillas, pero lo mejor es llevar una botella de agua grande para mantenerte hidratado, especialmente si hace calor. No te detengas demasiado en la zona de la "selva amazónica" si vas con poco tiempo; aunque tiene sus sonidos y olores, es menos representativa del Mar Rojo. Concéntrate en las piscinas exteriores, los acuarios interiores y, sobre todo, la torre submarina. Es un lugar para sentir, no solo para ver. ¡Disfruta cada sensación!
Max de la Ruta.