Hola, viajeros. ¿Alguna vez has soñado con un lugar donde la naturaleza te abraza y el tiempo se detiene? Déjame contarte sobre Fuji-Hakone-Izu, un rincón de Japón que te prometo, sentirás con cada fibra de tu ser. No es solo un paisaje bonito; es una experiencia que se te mete bajo la piel.
Imagina el aire fresco de la montaña, ese que te llena los pulmones y te hace sentir vivo. Estás de pie a orillas del lago Ashi. Puedes escuchar el suave chapoteo de las olas contra la orilla, una melodía constante que te arrulla. Siente la brisa fresca en tu rostro, trayendo consigo el aroma limpio del bosque, una mezcla de pino y tierra húmeda. Si cierras los ojos, podrías casi tocar la niebla que a veces danza sobre el agua, una sensación húmeda y etérea que roza tu piel.
Para moverte por aquí sin dolores de cabeza, tu mejor amigo será el Hakone Free Pass. Te lo digo, es un salvavidas. Te cubre trenes, autobuses, el teleférico, el barco pirata... todo. Cómpralo en Shinjuku antes de salir de Tokio, te ahorrarás colas y confusiones. Mi consejo: empieza tu ruta en Hakone-Yumoto. Desde ahí, todo es fácil de conectar y te sentirás guiado por el camino, paso a paso.
Mientras el teleférico asciende, sientes cómo el suelo se aleja bajo tus pies, una leve vibración que te recorre. El aire se vuelve más frío, más nítido. De repente, un olor distintivo, sulfúrico, te envuelve. Es Owakudani, el Valle Hirviente. Puedes oír el burbujeo lejano de la tierra, una especie de respiración profunda del planeta. Siente el calor que emana del suelo en ciertos puntos, como si estuvieras tocando el corazón de la Tierra. Es una fuerza primordial, viva y palpable.
En Owakudani, no te detengas demasiado en las tiendas de souvenirs si vas con el tiempo justo; se llenan de gente y pueden ser un poco abrumadoras. Lo que sí o sí tienes que probar es el huevo negro (kuro-tamago). No es solo un truco turístico; el sabor es sutilmente diferente, con un ligero toque mineral, y se dice que alarga tu vida siete años. Tómate tu tiempo para sentir el vapor y el calor del suelo, pero no te agobies con las multitudes.
De vuelta en el lago, a bordo del barco pirata –sí, suena kitsch, pero es parte de la experiencia–, sientes el vaivén suave del agua bajo tus pies. El viento en cubierta es más fuerte, te despeina y te refresca la cara. Escuchas el graznido de las gaviotas y el murmullo de otros viajeros. El olor a lago, a agua dulce y a la madera del barco, te rodea. Es un momento de calma, de dejarse llevar por el movimiento del agua, como si el tiempo se ralentizara solo para ti.
Para el final, mi secreto: guarda un poco de tiempo para una caminata tranquila por el sendero Old Tokaido, cerca de Moto-Hakone. Es un camino empedrado antiguo, rodeado de cedros gigantes, donde puedes sentir la textura rugosa de las piedras bajo tus pies. No hay multitudes y el silencio es casi absoluto, solo el crujido de las hojas secas bajo tus pasos y el susurro del viento entre los árboles. Es el lugar perfecto para procesar todo lo que has vivido, para sentir la historia y la quietud del lugar. Desde Moto-Hakone, puedes tomar el autobús de regreso a Odawara para tu tren a Tokio.
Entonces, aquí va mi ruta ideal, simple y a pie:
1. Empieza llegando a Hakone-Yumoto, activa tu Free Pass.
2. Toma el tren Hakone Tozan hasta Gora.
3. De Gora, el funicular a Sounzan y luego el teleférico a Owakudani (prueba el huevo negro y siente el calor del suelo).
4. Baja en teleférico hasta Togendai para el barco pirata por el lago Ashi.
5. Desembarca en Moto-Hakone para esa caminata tranquila por el Old Tokaido.
6. ¿Qué saltarse? Las aglomeraciones en las tiendas de souvenirs de Owakudani si no te interesa comprar.
7. ¿Qué guardar para el final? La paz y la historia del sendero Old Tokaido. Es la despedida perfecta.
Olya from the backstreets