¡Hola, trotamundos! Si alguna vez te has preguntado cómo es realmente la experiencia de embarcar o desembarcar en el puerto de cruceros de Venecia, la Terminal Crociere, déjame que te lo cuente como si estuviéramos paseando juntos. No es solo un muelle, es una transición, un umbral entre la magia de los canales y la inmensidad del mar.
Imagina que estás dejando atrás el laberinto de callejuelas venecianas, donde el aire huele a salitre y a humedad antigua, y el sonido constante del agua es tu banda sonora. De repente, el espacio se abre. A medida que te acercas a la terminal, ya sea en el People Mover o en un autobús, sientes que el aire cambia; se vuelve más vasto, con un eco metálico y el olor a diésel mezclado con la brisa marina. Escuchas el rodar de las maletas sobre el asfalto, un murmullo creciente de voces en muchos idiomas y, de fondo, un sonido grave y constante: el de los motores de los barcos anclados, como gigantes dormidos que respiran. La escala es inmensa, y aunque no lo veas, sientes la mole de los cruceros alzándose, bloqueando el cielo, una sensación de grandeza que te envuelve.
Una vez dentro de la terminal, el ambiente cambia de nuevo. El eco de tus pasos se une al constante traqueteo de las ruedas de las maletas y a un zumbido de anuncios que resuenan en el gran espacio. La temperatura es más controlada, el aire acondicionado te envuelve, y el olor es el de un lugar limpio, funcional, con un ligero toque a desinfectante y plástico nuevo. Hay una sensación de orden en el caos: sientes el flujo de la gente moviéndose en una dirección, una especie de río humano hacia los mostradores de facturación. Si necesitas orientación, el personal suele llevar chalecos llamativos y están distribuidos estratégicamente; no dudes en preguntar, sus voces son claras y están acostumbrados a la prisa. El suelo es liso, de baldosas grandes, fácil de transitar incluso con equipaje.
Cuando llega el momento de embarcar, hay una mezcla extraña de quietud y una anticipación palpable. El sonido de los motores de tu barco se vuelve más nítido, un latido grave y constante. Puede que oigas el chirrido ocasional de las amarras o el golpe de alguna pasarela. El aire acondicionado es un alivio, y el olor a limpio, a desinfectante, te indica que estás en un lugar de tránsito masivo, pero bien mantenido. La espera se hace corta con la emoción. Cuando te indican que es tu turno, la rampa de acceso puede ser larga, con una pendiente suave. Sientes un ligero bamboleo bajo tus pies, una sensación de que ya no estás en tierra firme, incluso antes de pisar la cubierta del barco. Es ese pequeño vaivén el que te anuncia que la aventura marítima ha comenzado.
Una vez a bordo, el barco cobra vida de otra manera. El sonido de los motores es ahora una vibración constante bajo tus pies, un ronroneo potente que te acompaña. Escuchas el crujido de las amarras al ser soltadas y el suave chapoteo del agua contra el casco. Imagina la sensación de la cubierta vibrando suavemente mientras el barco empieza a deslizarse, casi imperceptiblemente al principio. Luego, el movimiento se hace más evidente, un suave empuje hacia adelante. El aire que te llega, si sales a cubierta, es fresco, salado, y la sensación de espacio a tu alrededor es inmensa. Es un momento mágico: sentir cómo Venecia se aleja lentamente, no como un adiós, sino como una promesa de regreso, mientras el horizonte se abre ante ti.
Un par de consejos prácticos, de amiga a amiga: para llegar o salir de la terminal, el People Mover es tu mejor aliado. Es un tren elevado automático, rápido, súper barato y te deja a un paso de la entrada principal del puerto de pasajeros. Si vas con mucho equipaje, puedes considerar un taxi acuático o terrestre, pero prepárate para los precios, son bastante más caros. Siempre, *siempre*, etiqueta bien tus maletas antes de entregarlas; el proceso de manejo de equipaje es masivo. Y un último apunte: no esperes encontrar mucha oferta de comida o bebida una vez dentro de la terminal, más allá de alguna máquina expendedora. Es mejor venir ya comido o con algo de picar, así evitas sorpresas y prisas innecesarias antes de embarcar o después de desembarcar.
¡Hasta la próxima aventura!
Olya from the backstreets